Cinco meses jugando con un niño da para mucho. Si nos dicen que tenemos que pasar cinco meses trabajando y cuidando a un niño pequeño en plena época de esplendor físico y jugón nos da un vahído. Diríamos que es imposible, que no aguantamos ni un mes. Pero la capacidad de adaptación de una persona es elevada, sobre todo cuando se trata de los más pequeños.
Y es que para los niños los juegos son asunto muy serio como dijo aquel. Y a nuestro hijo le gusta mucho jugar y jugar en compañía. Todavía es pequeño y necesita tener alguien al lado, y también es probable que forme parte de su carácter. Otras personas nos han dicho que no es tan complicado trabajar y jugar, que el niño se quede ahí a lo suyo con la televisión o la tablet o lo que pinte, pero a él no le va eso y a nosotros tampoco.
Así que ha sido como volver al cole, a hacer manualidades, pintar, cantar, bailar e inventar mil juegos, algunos más inexplicables que otros. A este niño le encanta montar cosas, inventar muñecos y cosas así. Y lo cierto es que a mí no me gustan nada las manualidades, soy un poco inepto, pero todo sea por vivir esta época lo más en paz posible e incluso aprender cosas nuevas, ¿no?
Con cartulina, celo, cordones y demás mi hijo es capaz de fabricar cosas chulísimas, no me lo explico de donde ha sacado esa habilidad. En alguna ocasión hasta tengo que seguir yo sus indicaciones. Soy un poco como su aprendiz en la mesa de diseño: él me dice donde tengo que cortar o donde tengo que pegar. Lo pasamos bien.
Pero, claro, una cosa es estar cortando cordones unas horas, un par de días a la semana. Y otra es hacerlo todos los días a todas horas durante el tiempo ‘libre’ que deja el trabajo. Creo que el día que me tome unas vacaciones de todo dormiré 100 horas seguidas. Pero bueno, al menos he aprendido a hacer manualidades 30 años después.