La habitación del peque 

Soy una persona bastante maniática y supersticiosa. No me avergüenzo, aunque sé que la superstición es una actitud un poco obsesiva y me he ido corrigiendo con los años. Pero cuando supe que estaba embarazada, volvieron a mí algunas viejas costumbres. Una de ellas fue no decorar la habitación del futuro bebé y tratar de comprar lo mínimo posible antes de que naciera. Me daba un escalofrío solo pensar en que hubiera cualquier problema y tener que volver a remodelar la casa.

Cuando veía esas películas típicas de Hollywood en la que las madres se pasan nueve meses decorando la futura habitación del bebé, tengo esa sensación desagradable. No, en mi caso ya habrá tiempo para decorar después. Y en esa fase estamos en este momento. Ahora que lo pienso con perspectiva, no cabe duda de que es más práctico dedicar el tiempo libre a decorar y amueblar antes de que nazca el niño, porque una vez que está en casa ya no hay tiempo para nada. Pero tampoco me arrepiento, teniendo en cuenta mis agobios con la ‘suerte’ y los presagios.

Gracias a que mi madre me está ayudando puedo sacar algo de tiempo para la habitación del niño, aunque de momento está durmiendo en la nuestra. Una de las cosas que estoy mirando actualmente son Estores para bebes personalizados a medida. Tampoco me gustan las cosas sobrecargadas, eso de pintar toda la habitación de rosa si es niña, o de azul si es niño, pero sí que decorar un poco con motivos infantiles me entretiene. 

Para mí lo más importante, no obstante, era la cuna. Tenía ganas de tener una clásica tal y como la que yo usé cuando era niña. Como tenía bastantes fotos de aquella época estuve durante un tiempo buscando por internet hasta que di con una que se parecía mucho a aquella. Así que con la cuna y los Estores para bebes personalizados a medida ya vamos avanzando. Y cuando el niño se traslade a su habitación en unos meses, todo estará listo… sin pasar agobios supersticiosos.

4 detalles que harán tu salón único

Cada salón debe de ser único y adaptarse a los gustos de las personas que van a disfrutarlo. Pero si te gusta tener un estilo propio y quieres detalles elegantes y con mucha sofisticación, te ofrecemos algunas sugerencias. En concreto, cuatro detalles con los que conseguirás un salón que se va a ver único y diferente al resto.

1-Los estores paqueto. Elegantes, sofisticados y muy actuales, los estores paqueto son perfectos para quienes quieren evitar las cortinas de toda la vida y no quieren estores enrollables porque no los ven elegantes. Hay que elegir una tela que permita arrugarse con facilidad pero que una vez estirada de nuevo no se vea marcada. Los linos suaves pueden ser una gran opción aunque hay telas sintéticas que encajan perfectamente con este tipo de estores. En su contra tienen que resultan algo complicados de montar y desmontar cada vez que deben de lavarse.

2- Las alfombras antiguas. Las alfombras antiguas de calidad están de moda y son muchas las personas que no dudan en recorrer tiendas de antigüedades a la búsqueda de alfombras y tapices con mucha historia detrás. Después de que nuestras madres y abuelas se deshicieran de estas grandes alfombras porque eran muy trabajosas de limpiar, ahora las buscamos desesperadamente para conseguir ese toque vintage y de gran clase en nuestro salón. En su contra tienen que son delicadas y que resultan caras, por lo que hay que tratarlas con mucha delicadeza.

3- Los sofás Chester. Posiblemente no sean los más cómodos para tumbarse a ver la televisión pero sí que son extraordinariamente elegantes y decorativos. Invitan a sentarse con un café y charlar o leer durante horas mientras transcurre el tiempo a una velocidad más lenta de lo habitual, tal vez recordándonos a las películas clásicas en las que siempre salía uno de estos sofás en los salones en los que se mantenían largas conversaciones. En su contra, el tema de la comodidad ya mencionado.

4- Los puffs decorativos. Bonitos y prácticos, pueden tener varias funciones. Por ejemplo, pueden ser huecos para guardar cosas en su interior. Algunos se pueden encajar en la mesa de centro para disimularlos, quedando ideales. Si no hay invitados, forman parte de la mesa y de la decoración. Si hay gente, solo hay que sacarlos tirando de ellos y ya se cuenta con espacio para más personas en el salón. El único punto en contra es que si no están integrados en la mesa o en el sofá, pueden ser difíciles de encajar en la decoración.