La experiencia de acampar al aire libre, lejos de la contaminación y del mundanal ruido de la ciudad, es una actividad de creciente demanda en nuestro país. Una de las razones es la amplitud de la oferta de campings disponibles. Incluso los principales parques y espacios protegidos de la Península cuentan con áreas destinadas a la acampada —el camping La Aldea del Parque Nacional de Doñana, el camping illas cies del famoso archipiélago de las Islas Atlánticas, etcétera—, lo que estimula esta forma de ecoturismo.

 

Para elegir el camping más adecuado, es recomendable considerar el presupuesto disponible y realizar, en función de sus limitaciones y posibilidades, una primera criba del mercado. Estos descartes iniciales evitarán dedicar tiempo a opciones inasequibles, permitiendo concentrar los esfuerzos en aquellas que realmente estén a nuestro alcance.

 

Seguidamente, los interesados deben decidir el tipo de camping que mejor se adapta a sus gustos y necesidades. Los hay de lujo, popularmente llamados glamping, que ostentan las cinco estrellas de la clasificación europea o los tres triángulos del antiguo ranking autonómico. Estos campings destacan por la disponibilidad de parcelas con alrededor de 50 ó 60 metros, el acceso a agua caliente y otras prestaciones dignas de un hotel de primer nivel.

 

Los campings de segunda y tercera clase, por su parte, muestran de uno a dos triángulos o de una a cuatro estrellas, dependiendo de la clasificación adoptada por la empresa en cuestión. Las parcelas son más reducidas, y la oferta de servicios y prestaciones es básica, si bien el acceso a internet o el agua corriente no son carencias habituales.

 

La gama de actividades disponibles también es un parámetro a considerar al elegir un camping. En España pueden encontrarse campings infantiles equipados con toboganes, tirolinas y parques acuáticos u orientados más al relax y disfrute del público adulto. Hay campings, incluso, para los seguidores del naturismo y otras prácticas similares.