El lifting es una de las técnicas de rejuvenecimiento del rostro más conocidas. Sabemos que muchos famosos la practican, en muchos casos cayendo en el exceso. Pero, ¿cuándo es el momento de pensar en hacerse un lifting? ¿Son los resultados tan artificiales como los que vemos en algunas actrices y actores?

Para empezar, es importante saber que hay muchas técnicas para combatir las primeras arruguitas o marcas de expresión sin tener que recurrir al lifting. Un pequeño toque de botox o los conocidos hilos mágicos pueden ser soluciones muy buenas para personas que todavía no tienen una piel joven y que solo precisan de pequeños retoques.

El especialista indicará cuál es la técnica más adecuada para cada persona, la que le va a ayudar a mejorar su apariencia de la forma más natural. Pero es importante entender que ninguna técnica hace milagros.

El lifting ayuda a reducir las arrugas que se forman en la zona situada entre la nariz y el mentón, así como las marcas de expresión de ambos lados de la boca. También ayuda a definir mejor el óvalo facial y puede reducir las arrugas del cuello. Tiene que hacerse de manera profesional y medida, ya que si se abusa del estiramiento los rasgos del rostro pueden perder definición y es cuando aparecen esos rostros acartonados y poco naturales que no gustan a nadie.

Hay que tener claro que el lifting no va a actuar en las arrugas de la frente ni en los ojos, que necesitan de otras técnicas para rejuvenecer, como por ejemplo el botox o las técnicas de alisado frontal del rostro. Según las características de las personas, el cirujano podría recomendar también una cirugía de párpados para quitar las bolsas en la zona inferior del ojo y elevar el párpado superior caído.

Para poder someterse a un lifting el paciente tiene que cumplir con una serie de características, como tener cierta flacidez en el rostro, pero también contar con una piel elástica y con una buena cicatrización. Es muy importante no fumar para el proceso postoperatorio.

Un buen profesional será muy importante porque marcará la diferencia entre un rostro rejuvenecido pero de aspecto muy natural y otro que se vea artificial, que haya perdido sus rasgos o que no tenga expresividad. Por eso, es importante conocer bien al cirujano en cuyas manos nos vamos a poner y asegurarse de que tiene las mejores referencias.