El confort, la estética y la funcionalidad son cualidades deseables en el mobiliario, pero las mesas y sillas de exterior exigen algo más: resistencia y durabilidad. Mientras que los muebles de interior permanecen a resguardo durante los doce meses del año, los de exterior deben tolerar las condiciones más adversas —la exposición solar, las temperaturas crudas o tórridas, la acción de la lluvia y el viento, etcétera— propias de la intemperie.

 

Por esta razón, a la hora de comprar ezpeleta mesas, el material es un aspecto determinante que condicionará en gran medida el rendimiento del producto durante su vida útil. El aluminio, por ejemplo, garantiza una durabilidad aceptable por su dureza y carácter inoxidable. Posee una gran ligereza, por lo que puede cambiarse de lugar fácilmente, siendo además muy económico.

 

Menos resistente es el mimbre y otras fibras naturales por el estilo, que sufren un deterioro progresivo sin los cuidados adecuados (barnices, lonas aislantes, etcétera). Por contra, estos materiales son agradables a la vista y pueden complementarse sin dificultad con infinidad de textiles y maderas.

 

A propósito de la madera, probablemente este sea el material más utilizado en mobiliario de exterior, en especial los de cedro y teca, capaces de resistir la humedad y la exposición constante a los rayos ultravioleta. Su acabado natural y rústico combinan asimismo con la decoración de jardines, terrazas y entornos outdoor.

 

Sin embargo, el hierro y la piedra son una garantía en términos de resistencia, pues únicamente los golpes y el éxito pueden ocasionar algún deterioro, siendo amenazas fáciles de prevenir (determinadas pinturas, por ejemplo, neutralizan el proceso de oxidación). Por si fuera poco, se integran admirablemente en arboledas y zonas de vegetación densa.

 

Una alternativa a los anteriores, por su asequibilidad, escaso peso y durabilidad relativa, es el plástico. Su apariencia está lejos de ser la más vistosa y elegante, pero las sillas y mesas de dicho material son muy personalizables y compensan su escasa vida útil con un coste mínimo, pudiendo reemplazarse sin necesidad de asumir una inversión excesiva.