UNA BUENA SOLUCIÓN 

Mi madre hace un montón de manualidades con cintas y le he encontrado una empresa en internet que se llama cinpasa donde puede encontrar todas las cintas y otras cosas que puede utilizar en sus manualidades. Incluso se ha hecho de una habitación su cuarto de costura, lo cual me parece bien porque así tiene todas sus cosas más o menos ordenadas. Porque antes me tenía todos los materiales que usa para sus manualidades esparcidos por el comedor y cada vez que tenía que poner la mesa tenía que retirar un montón de cosas que no sabía ni dónde las tenía que guardar. Muchas veces a sabiendas que tenía todo ciscado por la mesa del comedor, era mi madre la que me decía que ya recogía ella la mesa para poder poner los cubiertos y los servicios para poder comer.

Supongo que más gente tiene o tenía algún problema parecido y que lo solucionaron de la misma manera en que lo hicimos mi madre y yo. 

Teniendo habitaciones de sobra en el piso en el que vive uno, lo más lógico es que la habitación más pequeña se convierta en el cuarto de la costura y de la plancha. Aunque el tema de la plancha por ahora no he sido capaz de que la quite del salón comedor, y sigue allí molestando cada vez que entro en el salón y cuando llegas de la calle y entras en el salón te mueres del calor, menos mal que yo no veo allí la tele.

Ahora solo me falta a mi convertir otra de las habitaciones pequeñas que tenemos en casa sin usar en un despacho en el que poder trabajar con el ordenador sin que nadie venga a molestarme. Tampoco es que me haga falta demasiadas cosas, a mi con tener una mesa en donde apoyar el ordenador y unos cuantos cajones para poder guardar las libretas en las que tengo que escribir mis cosas. Ya sé más o menos donde voy a montar mi oficina y como tiene ventana colocaré la mesa debajo de la ventana para poder tener luz.

Los últimos detalles 

Ahora que estamos terminando y el local está a punto de abrir sus puertas me entra un poco de vértigo al pensar todo el tiempo y esfuerzo que hemos destinado a este proyecto. Fue hace ya un año cuando mi socio y yo decidimos cambiar de tercio. Echamos el cierre a nuestra coctelería en un contexto terrible para el ocio nocturno y apostamos por un negocio ‘diurno’, una tienda de productos artesanos y gourmet… con barra coctelera.

Pese a que la pandemia nos afectó mucho, digamos que fue la puntilla de un proyecto que ya teníamos entre manos. Tal vez no hubiéramos cerrado el local de no ser por el virus, pero ‘gracias’ a él nos centramos completamente en nuestra nueva empresa. Y ahora estamos ya cerrando los últimos detalles, entre los cuales está la recepción del material de nuestro distribuidor de Cordón matizado. Será un detalle estupendo para las asas de nuestras bolsas. 

Y es que por nuestra experiencia anterior sabemos lo importante que es la atención al detalle si quieres tener éxito con un proyecto de estas características. Sabemos que tenemos un hueco en el mercado, pero para consolidarlo, la atención al detalle es fundamental. Que nuestros clientes se lleven a casa sus productos en una bolsa de diseño no es baladí: al final una bolsa es la imagen que nuestros clientes van a pasear por la ciudad y por eso es tan importante que cuenta con un buen diseño.

Y vaya si nos costó porque tuvimos que desechar varios diseños antes de llegar al definitivo. Finalmente tuvimos que acudir a un solvente distribuidor de Cordón matizado para que diera con la tecla con este material que queríamos de un color y un tacto muy concreto. Y es que hasta ese punto cuidamos con mimo nuestro nuevo proyecto. 

Confiamos en que lo peor de la crisis haya pasado y nuestra tienda gourmet sea un éxito. La verdad es que no podemos evitar los nervios de la próxima apertura, aunque sabemos que muchos de nuestros viejos clientes están deseando acudir para ver con qué les sorprendemos esta vez.

Las fiestas del pueblo 

Uno de los especiales de la pasada Navidad hacía una parodia de Cinema Paradiso, una de las películas italianas más recordadas de los últimos tiempos. Y siempre que pienso en esa película recuerdo mi pueblo, supongo que a muchos nos pasará igual. Porque, aunque aquella historia esté ambientada en Italia, las diferencias no son muy grandes con España, ¿verdad?

Uno de los grandes momentos de todo pueblo son las fiestas patronales. Las calles se visten de gala, con banderitas y demás, la plaza del pueblo se llena de puestos y cachivaches y todo el mundo espera el día grande, ese día al que llegan no solo los familiares de los habitantes del pueblo, sino otros viajeros y turistas. Y claro, no hay día grande sin orquesta, baile y fuegos artificiales.

Ya siendo un poco más mayor, recuerdo que un año colaboré en la organización de la fiesta porque uno de mis amigos estaba vinculado al ayuntamiento. A él le tocó colaborar con el departamento de festejos para organizar todos los eventos del día grande, con especial atención al encendido de los fuegos artificiales. Ese año habían decidido cambiar algunas cosas para que la fiesta fuera un poco diferente lo que conllevaba contratar a empresas nuevas para los eventos.

Desde primera línea vi cómo se organizaba todo lo necesario con el día de los fuegos. Tuvieron que contactar con un distribuidor de Mecha pirotécnica para completar todos los elementos necesarios para que la noche de los fuegos fuera un poco más mágica de lo habitual. De hecho, se había corrido la voz por todo el pueblo de aquel año iba ser muy especial porque se había contratado una empresa nueva que había tenido mucho éxito en grandes ciudades.

Lo cierto es que aquel año pude comprobar las dificultades que tiene organizar un evento de estas características para que todo salga bien cumpliendo todas las normativas. Si es así en un pueblo, no quiero ni saber cómo será en una gran ciudad. No solo había que encontrar distribuidor de Mecha pirotécnica, sino cuadrarlo todo para que estuviera a punto a la hora señalada. Pero aquello fue todo un éxito que el pueblo recordó durante años.

¿Y ahora a qué jugamos? 

Cinco meses jugando con un niño da para mucho. Si nos dicen que tenemos que pasar cinco meses trabajando y cuidando a un niño pequeño en plena época de esplendor físico y jugón nos da un vahído. Diríamos que es imposible, que no aguantamos ni un mes. Pero la capacidad de adaptación de una persona es elevada, sobre todo cuando se trata de los más pequeños. 

Y es que para los niños los juegos son asunto muy serio como dijo aquel. Y a nuestro hijo le gusta mucho jugar y jugar en compañía. Todavía es pequeño y necesita tener alguien al lado, y también es probable que forme parte de su carácter. Otras personas nos han dicho que no es tan complicado trabajar y jugar, que el niño se quede ahí a lo suyo con la televisión o la tablet o lo que pinte, pero a él no le va eso y a nosotros tampoco.

Así que ha sido como volver al cole, a hacer manualidades, pintar, cantar, bailar e inventar mil juegos, algunos más inexplicables que otros. A este niño le encanta montar cosas, inventar muñecos y cosas así. Y lo cierto es que a mí no me gustan nada las manualidades, soy un poco inepto, pero todo sea por vivir esta época lo más en paz posible e incluso aprender cosas nuevas, ¿no?

Con cartulina, celo, cordones y demás mi hijo es capaz de fabricar cosas chulísimas, no me lo explico de donde ha sacado esa habilidad. En alguna ocasión hasta tengo que seguir yo sus indicaciones. Soy un poco como su aprendiz en la mesa de diseño: él me dice donde tengo que cortar o donde tengo que pegar. Lo pasamos bien.

Pero, claro, una cosa es estar cortando cordones unas horas, un par de días a la semana. Y otra es hacerlo todos los días a todas horas durante el tiempo ‘libre’ que deja el trabajo. Creo que el día que me tome unas vacaciones de todo dormiré 100 horas seguidas. Pero bueno, al menos he aprendido a hacer manualidades 30 años después.

Hacerse un manitas por necesidad

Cuando yo era pequeño siempre miraba a mi padre con admiración cuando se ponía a arreglar cualquier cosa en casa. Era increíble y aun hoy me resulta algo inalcanzable para mí: esa habilidad innata para solventar cualquier pequeña avería o hacer cualquier pequeña obra en casa. ¿Cómo se puede saber un poco de electricidad, un poco de albañilería, otro poco de fontanería, etc.? Acumulando experiencia, ¿no?

Y es que claro, desde pequeño, mi padre siempre tuvo mil y una actividades. Los tiempos han cambiado mucho. Mientras yo me dedicaba siendo niño a estudiar y jugar a la consola, él fabricaba coches con tapas, cuerdas elasticas, piedras y cartones. Su habilidad con las manos, al parecer, ya era legendaria en su pueblo y otros niños acudían a él para que les perfeccionara los juguetes.

Después empezó a trabajar e hizo un poco de todo en sus primeros años. Así es que cuando se casó y tuvo hijos, en su casa nunca se necesitó a un manitas: él era el manitas. A no ser que la avería o la obra fuesen considerables, mi padre se encargaba de todo, y casi siempre lo hacía bien.

Ahora que yo soy padre, temo que mi hijo, cuando crezca, no sienta esa admiración cuando me veo con el destornillador en la mano. Creo más bien que va a decir: “papá, lo estás haciendo mal, déjame a mí, que en el cole me han dicho cómo se hace”. A lo mejor la habilidad manual me ha saltado y pasa directamente a mi hijo, ¿no?

De cualquier forma, a pesar de que mí no me va mucho lo de la ‘bricomanía’, me he visto en la obligación de aprender lo básico. Cuando llegas a una casa nueva sin muebles y te toca a ti montarlo todo, o aprendes a  usar el destornillador y el martillo o te sientas en el suelo a comer. Las modernas tiendas de muebles, ya se sabe, ‘obligan’ a montar tus propios muebles si quieres aprovecharte de que sus precios son un poco más bajos. Así que yo también me estoy haciendo un pequeño manitas, aunque me temo que todavía no soy capaz de fabricar coches de juguete con cuerdas elasticas, un par de cartones y unos tapones.

¿Qué hago con mi pelo?

Si las peluquerías dependieran de personas como yo, cerrarían un 80%. No me gusta cambiar demasiado de peinado y suelo aparecer por la peluquería cada 4 meses o así porque ya lo tengo demasiado largo. Así que con tres cortes de pelo al año no se puede llegar muy lejos…

Pero está claro que la mayor parte de la gente hace mucho más uso que yo de la pelu. No creo que nadie se enfade si digo que las mujeres van mucho más que los hombres. Y gastan mucho más. A veces me cuentan lo que se gastan mensualmente en peluquería, entre cortar, teñir, etc. y no acabo de creérmelo. Pero es que además se ponen de moda cosas nuevas como las extensiones de pelo con cinta elástica, los cortes revolucionarios o los tintes imposibles. Y todo eso cuesta dinero.

De cualquier forma, los tiempos cambian y ahora los hombres también acuden puntuales a su cita con la peluquería. Yo creo que las grandes estrellas del cine y la televisión o los futbolistas han influido mucho en este tema. Existen determinados jugadores que cambian casi cada semana, cada vez que saltan al campo llevan un corte nuevo.

No hay duda de que en determinados trabajos, sobre todo de cara el público, se nos exige un cuidado en nuestra apariencia física y modo de vestir. Existen muchas historias de entrevistas de trabajo en la que se descartan candidatos por no llevar traje o aparecer con el pelo sin arreglar.

Hace un tiempo, una amiga estaba preocupada porque iba iniciar un proceso de selección en una gran multinacional. Hacía unos meses se había rapado el pelo para hacer un cambio radical. Al principio tuvo su gracia pero luego se dio cuenta de lo que cuesta que el pelo crezca…

Tenía miedo de iniciar la fase de entrevistas personales porque tenía el pelo demasiado corto. Yo no lo veía para tanto, pero ella terminó por consultar en una peluquería y se puso extensiones con  cinta elástica para acudir a la entrevista. Tuvo éxito. Vivimos en un mundo en el que la apariencia es nuestra primera carta de presentación y tenemos que jugar bien nuestras cartas.