Está más que claro que la pizza es una comida que nos gusta a todos o a casi todos. Porque siempre hay algún rarito al que no le gusta la pizza, ni siquiera si lleva los ingredientes que supuestamente le gustan.
A una de mis amigas por ejemplo no le gusta el queso en la pizza y se pide la pizza siempre sin queso, me pregunto qué dirán en la pizzería cuando les piden una pizza sin queso.
Por ejemplo, al padre de uno de mis amigos si no le pones en la pizza una lata de Conserva de Anchoas del Cantábrico en Aceite de Oliva, no come la pizza porque él dice que la pizza si no lleva anchoas no está buena. Creo que esa es su opinión porque para mí las anchoas en la pizza son demasiado fuertes. Personalmente no soy de ponerle a la pizza ingredientes extraños, es más, todo lo contrario, yo con una pizza simple de jamón cocido y queso soy la persona más feliz de este mundo.
Ahora ya no, pero hasta no hace mucho tiempo la pizza era mi comida oficial de los domingos, ya que es una comida que puedes comer perfectamente aunque hayas salido por la noche y no tengas en estómago en las mejores condiciones, y que si no te lo puedes comer a la hora puedes dejarla hasta la noche que se va a conservar muy bien.
Y está claro que cuando viajo la pizza normalmente se convierte en mi comida, ya que soy bastante raro a la hora de comer y esa es precisamente la razón por la que casi no viajo nunca y si viajo normalmente no es muy lejos de mi comunidad. Lo de probar cosas nuevas no es algo que me apasione, más bien me aterra y es algo que me influye mucho cuando me dicen de viajar a algún lado. Al único sitio al que viajo sin protestar es a la montaña para esquiar ya que no tengo que ir demasiado lejos y me puedo llevar lo que voy a comer en la mochila.