En cualquier supermercado podemos encontrar una gran variedad de marcas de leche sin lactosa, pero ¿son todas iguales? Lo cierto es que no y podemos encontrar muchas diferencias entre unas y otras. Además de las obvias como pueden ser que sea leche desnatada, semidesnatada o entera, las principales diferencias son las que siguen:

-El origen de la leche. Como cualquier leche que hay en el mercado, la leche sin lactosa puede tener diferentes orígenes. La que tendrá un sabor mucho más real y una mayor calidad nutricional será la que proceda de vacas que pasten en libertad parte del día, ya que las que se alimentan exclusivamente de pienso dan una leche pobre en vitaminas y con un sabor, cuanto menos, cuestionable.

-El sabor. Además del sabor original de la leche, en la leche sin lactosa hay otro elemento que es muy importante. Al añadir lactasa a la leche la lactosa se descompone en otros azúcares y eso hace que el sabor dulce se intensifique. Esto puede resultar molesto para algunas personas que encuentran que esta leche es muy dulzona y no les gusta. Cada marca utiliza sus propios recursos para conseguir mitigar ese sabor distinto y lograr un gusto más equilibrado y similar al de la leche que no ha sido sometida a este proceso.

-La cantidad de lactosa residual que contienen. Como hemos dicho, la leche sin lactosa se consigue agregando lactasa. Esta rompe la lactosa y la descompone en azúcares más sencillos de digerir. Pero siempre queda una cantidad de lactosa residual. Esta debe de ser muy baja para que pueda ser considerado un alimento sin lactosa, pero en personas con una grave intolerancia una pequeñísima diferencia se nota, por lo que pueden acabar consumiendo una marca que les va muy bien, pero no pueden tomar otras. O, para curarse en salud, acaban recurriendo a las bebidas vegetales.

Normalmente, una leche de calidad que tenga un buen sabor y guste en su versión normal, también mantendrá el listón alto y gustará en su versión sin lactosa, por lo que fiarse de aquellas marcas que transmiten confianza y nos fueron bien cuando podíamos consumir leche, suele ser lo más inteligente. Sin embargo, ante un diagnóstico de este tipo siempre hay que consumir los lácteos en pequeña cantidad para ir viendo sus efectos y saber así qué productos se pueden consumir y cuáles no.