Hasta ese momento siempre había trabajado como ayudante en equipos dirigidos por otros, pero por fin me había llegado la oportunidad de ser yo el líder de un proyecto. Se trataba de diseñar desde cero toda la imagen de un negocio de hostelería lo que suponía no solo el logo del restaurante, sino todos los detalles que iban a aparecer tanto en su web como el local físico. Solo nos dieron unas notas para empezar con el diseño: querían algo con un toque castizo y vintage que entroncase con el estilo de la comida que iban a servir en el local.
Debo decir que estaba bastante agobiado porque era la primera vez que yo debía coordinar el diseño de todo el Material publicitario hosteleria. Eso suponía una cierta presión ya que no llevaba demasiado tiempo trabajando en aquel estudio que, por otro lado, tenía bastante prestigio en la ciudad. Pero también intentaba ver el vaso medio lleno. Si en el estudio habían confiado tan rápido en mí para llevar a cabo este proyecto era porque ellos entendían que estaba capacitado para hacerlo.
Otro aspecto que debía tener en cuenta es que el cliente ya había trabajado anteriormente con este estudio. Se trataba de un grupo hostelero con más restaurantes y esta era la tercera vez que acudían a nosotros con un proyecto. Cuando supieron que yo iba a dedicarme a coordinar todo el Material publicitario hostelería para su local les pareció bien, aunque no hubiesen tratado conmigo directamente hasta ese momento.
Pero el primer feedback fue positivo cuando les presenté los primeros borradores que habíamos ido trabajando. Parecieron bastante contentos y tan solo dieron unas indicaciones para afinar un poco más la imagen. Pero entonces empecé a darme cuenta de la dificultad que tiene dirigir un equipo. Hasta ahora yo había sido un ayudante: se me daban unas indicaciones, trataba de hacerlo lo mejor posible y mi trabajo había finalizado. Pero ahora era yo el responsable final de todo y asumí que debía hacer horas extras. Pero era un paso que había que dar si quería seguir progresando.