Muchas personas tienen la sensación de que cuánto más auténtica es la leche, menos digestiva resulta. Por este motivo creen que tomar productos como la Leche Entera sin lactosa Ecológica certificada puede ser menos conveniente para ellos que una leche sin lactosa que no lleve esa etiqueta. Lo cierto es que la realidad no tiene nada que ver con esto.
Para empezar, lo que muchos entienden por leche auténtica o “leche de verdad” es la leche cruda. Si alguien que no lo ha hecho nunca bebe un vaso de leche cruda se enfrenta a una gran cantidad de riesgos derivados de las bacterias presentes en la propia leche, en las ubres de la vaca y en el entorno. Es por esto que antiguamente la leche se hervía durante mucho rato y, actualmente, se pasteuriza ya que este es un proceso mucho más seguro.
Por tanto, la mayor parte de las reacciones a la leche no eran debida a que esta fuera poco digestiva, sino a las bacterias que contiene y contra las cuales no estamos preparados. Y no lo estamos ahora ni tampoco se estaba antes, siendo la leche causa de muchas enfermedades como por ejemplo de la transmisión de la tuberculosis, tan frecuente en la época de nuestros abuelos.
En cuanto a la cantidad de grasa de la leche, esta va a depender de la época del año. Mientras que las vacas que comen pienso cerradas en una granja producen leche que es igual todo el año, las que producen leche ecológica y pastan en libertad no. Por eso, se producen pequeñas variaciones en los valores de la leche según la estación.
Pero el problema de la grasa de la leche es tan fácil de solucionar como lo es escoger leche entera, para quienes no tienen problema en digerir grasas y cogerla semidesnatada o desnatada sino puedes consumir el producto con toda su materia grasa. Esto no es algo que afecte solo a la leche ecológica, sino que también sucede con la leche convencional, cuya variedad entera puede ser demasiado pesada para quienes tienen digestiones un poco difíciles.
Si hablamos de los intolerantes a la lactosa, el problema en este caso es la lactasa que su intestino deja de producir y que se añade de forma artificial a la leche. La leche sin lactosa, ecológica o no, es apta para prácticamente todos los intolerantes, excepto para aquellos con un grado muy alto que reaccionan incluso a los restos más pequeños de este azúcar. La diferencia está que con la leche ecológica beberán un producto de mayor calidad.