De Finisterre a la ría de Vigo, las Rías Baixas abarcan una franja costera y de interior con abundantes monumentos y destinos que sorprenden al público visitante: desde el Monte Faro y la Fraga de Catasós hasta el jardín del Pazo de Rubianes, sin mencionar las numerosas curiosidades de la región.
Una primera búsqueda de informacion Rias baixas revelará uno de los grandes ‘secretos’ de esta extensión costera, desconocido incluso para los autóctonos: la denominación ‘Rías Baixas’ proviene de un familiar cercano al célebre ‘Barón Rojo’, Ferdinand Von Richthofen, que apodó así al territorio durante unos de sus viajes debido a su extraordinaria orografía.
Las Rías Baixas son sinónimo de antigüedad. Con más de 110 millones de años, figuran entre las Rías Gallegas más longevas. No debe extrañar que uno de los mayores tesoros de la prehistoria europea fuera hallado en Caldas de Reis. Este municipio entre Pontevedra y Santiago se convirtió en 1940 en el escenario del descubrimiento de una treintena de piezas de oro, datadas en la Edad del Bronce.
Pero las Rías Baixas son la sede de tesoros naturales, además de arqueológicos. Buen ejemplo de ello es la Fraga de Catasós, que alberga una población de castaños que superan los 30 metros de altura, la mayor de su clase en Europa. Su reconocimiento vino de la mano del experto Filippo Gravatt, que propuso su introducción en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, más conocida como FAO.
Los amantes de la naturaleza también quedarán gratamente sorprendidos al descubrir que las Rías Baixas albergan dos de los únicos jardines distinguidos con el galardón ‘Jardín de Excelencia Internacional’: la Ruta de la Camelia y el jardín del Pazo de Rubianes. Aunque la distancia no lo permita, estos parajes y otros muchos son visibles desde el Monte Faro, otra parada obligada para el turismo, por su situación céntrica y su altura de 1.187 metros.