Descubrí la coloración natural Vigo casi por casualidad, en un momento en que buscaba alternativas más responsables para cuidar de mi cabello y, al mismo tiempo, respetar el medio ambiente. Había leído tantas historias sobre los efectos nocivos de algunos tintes químicos que decidí explorar opciones diferentes, más suaves y alineadas con un estilo de vida consciente. Lo que me atrajo de inmediato fue que estos tintes no solo ofrecían tonos hermosos y naturales, sino que también cuidaban la salud de mi cuero cabelludo y el planeta. Desde entonces, no he vuelto a mirar atrás. 

Lo primero que me conquistó fue la henna. Este polvo de origen vegetal tiene una magia única. A diferencia de los químicos que cubren el pelo y lo saturan de color, la henna tiñe respetando la estructura natural de cada hebra. Con cada aplicación, sentía que no solo ganaba color, sino también fuerza y brillo. Lo mejor era saber que el resultado era un reflejo de mi cabello, un tono único que parecía casi personalizado. Pero claro, la henna no es la única opción. A medida que indagaba, descubrí otras alternativas, como los tintes de barro o las mezclas de plantas. Cada una ofrece algo especial. Los barros, por ejemplo, tienden a añadir una dimensión extra con reflejos cálidos y sutiles, mientras que las infusiones de hierbas y flores permiten jugar con tonos más suaves y menos permanentes.

Nunca me imaginé la cantidad de lugares que en Vigo están dedicados a este tipo de coloración. Desde herbolarios con décadas de experiencia hasta salones especializados, las opciones no dejan de crecer. Mi sitio favorito tiene un ambiente tan relajado que entrar allí ya es un regalo para el alma. Las conversaciones sobre tonos, mezclas y procedimientos siempre me hacen sentir parte de un pequeño ritual natural, como si estuviéramos rescatando tradiciones ancestrales olvidadas. También he probado comprar los materiales y teñirme en casa. Al principio me llenó de dudas el proceso, pero pronto entendí que con un poco de práctica y las indicaciones correctas, teñirse con productos naturales se convierte en una experiencia casi terapéutica.

El procedimiento puede variar dependiendo de la mezcla. Con la henna, por ejemplo, el polvo se mezcla con agua tibia hasta formar una pasta homogénea, que luego se aplica en el cabello limpio. Una vez cubierta cada hebra, lo envuelvo en film plástico y dejo que el tinte haga su magia durante unas horas. Cada minuto de espera es como el preludio a una transformación visible no solo en el espejo, sino también en la forma en que me siento conmigo misma. Y lo mejor es que la henna no solo tiñe; también nutre. Mi pelo siempre sale fortalecido, con un brillo que ningún químico ha logrado igualar. 

Los tintes de barro tienen un proceso ligeramente diferente. Me recomendaron aplicarlo en húmedo, con movimientos suaves que casi parecen un masaje para el cuero cabelludo. Su textura es tan envolvente que casi se siente como un spa. Esos momentos me ayudaron a conectar con mi pelo de una manera que nunca antes había sentido. Más allá de los resultados estéticos, había algo profundamente satisfactorio en saber que lo que estaba aplicando provenía de la tierra y no de un laboratorio.

Fue entonces cuando empezó a surgir, casi sin darme cuenta, un cambio en mi forma de relacionarme con mi rutina de cuidado. Aquello que comenzó como una búsqueda por coloración natural Vigo pronto se transformó en una manera más consciente de entender la belleza. Además de encontrar productos que respetaran mi cuerpo, empecé a valorar el impacto que cada decisión tiene en el entorno. Las mezclas de plantas y flores, por ejemplo, suelen venir en envases reciclables y sin los químicos que contaminan el agua. Pequeños gestos que, al sumarse, generan una diferencia.

Cada vez que repito el proceso, me sorprende lo mucho que he aprendido sobre mi cabello y su propia naturaleza. La coloración natural no trata de alterar quién eres, sino de realzar lo mejor que ya tienes. Admito que la espera puede ser un poco más larga que con otros tintes, pero el color vibrante, la suavidad y la seguridad de estar cuidando de mi salud bien lo valen. Alternar en cada temporada diferentes plantas o barros me ha permitido descubrir una paleta más rica que la que jamás imaginé. Cada tono nuevo parece llevar consigo una historia, una conexión con lo natural que se refleja en cada movimiento de mi cabello bajo la luz.