La negativa de una entidad aseguradora a aceptar una solicitud de contratación es un escenario posible, aunque infrecuente. Las causas de este rechazo figuran usualmente en las normas de suscripción de los mejores seguros medicos y, en caso de estar justificadas, es un derecho que asiste a estas compañías, no existiendo para el solicitante más alternativa que buscar otra póliza.
Las preexistencias —es decir, aquellas enfermedades, discapacidades o secuelas que el cliente padezca con anterioridad a la fecha de contratación— son motivo frecuente de rechazo para las aseguradoras. Incluso si el usuario superó una patología determinada, la empresa puede acogerse a cualquier riesgo derivado (las secuelas, por ejemplo) para denegar la solicitud.
Dentro de las preexistencias más comunes suelen figurar las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, el aneurisma o la miocardiopatía. La retinitis, el glaucoma y otras afecciones oftalmológicas también caen en este grupo, al igual que la bulimia, la úlcera gástrica, la cirrosis o el autismo.
La edad es considerada un factor de riesgo para una parte del sector asegurador. Aunque existen pólizas senior para mayores de sesenta y cinco años, las convencionales pueden denegar la solicitud de clientes de tan avanzada edad, imponerles exclusiones o encarecer la prima.
La actividad laboral del interesado también es motivo de rechazo si la entidad aseguradora la considera una profesión de riesgo. Es el caso de los bomberos, los policías, militares y guardias civiles, los trabajadores ferroviarios, el personal de ambulancias, los artistas circenses, los mineros o los empleados de plataformas petrolíferas, entre otros.
Carecer de residencia española no es peccata minuta en este sector, pues ciertos seguros exigen este requisito a sus solicitantes. No obstante, existe una mayor flexibilidad al respecto. Incluso se comercializan pólizas médicas para extranjeros sin papeles, demostración de que es posible acceder a estas coberturas sin residir en el territorio nacional.