¿Por qué comprar tu reloj en una relojería? 

Puede parecer algo obvio, si necesito un reloj voy a adquirirlo a una relojeria. Pero lo cierto es que hay muchos lugares en los que la gente los puede comprar, desde tiendas de complementos hasta lugares en los que se compra todo tipo de objetos de regalo. El problema es, ¿qué tipo de relojes se encuentran en estos sitios?  

 En las tiendas de complementos encontramos, principalmente, relojes de marcas de moda. Estas marcas sacan también relojes aprovechando el tirón de sus diseños, pero salvo en los casos en los que sus colecciones están unidas a una marca de fabricantes de relojes de prestigio, lo cierto es que tal vez estamos pagando por una bonita pulsera que, de paso, nos dará la hora un tiempo. Cuando las grandes firmas de moda sacan relojes con grandes fabricantes relojeros, normalmente estos salen a la venta en sus tiendas y también en tiendas especializadas. 

 En cuanto a las tiendas de regalo, lo habitual es que tengan algunos relojes que son llamativos por sus colores y diseños. Incluso puede haber algunos de marcas conocidas. Pero solo van a tener algunos modelos y nos los venderán tal y como los estamos viendo, sin ningún tipo de adaptación. En una relojería vamos a encontrar un mayor número de artículos para escoger y podemos conseguir que nos adapten la cadena en caso de que no nos quede bien en la muñeca, por citar solo dos de las ventajas. 

 Cuando acudimos a comprar relojes a una relojería nos encontramos con que podemos elegir entre un gran número de marcas de calidad y, dentro de cada una de ellas, entre un gran número de modelos. Pero, en el caso de que no acabe de convencernos ninguno o que lleváramos en mente una idea muy concreta y no la tengan disponible, el relojero podrá pedirla a la casa y en pocos días habremos conseguido exactamente lo que nos apetecía tener. 

 Además de que pueden hacer cosas como adecuar el reloj a nuestra muñeca, también pueden ponerle una inscripción en la caja para personalizarlo, algo que puede ser muy interesante cuando estemos ante un regalo, como por ejemplo un recuerdo de una jubilación o de una primera comunión. 

 Por último, el relojero nos va a dar la garantía más completa sobre el reloj y en el caso de que se estropee superada esta, podrá repararlo y hacer que esté como el primer día.

¿Cuáles son las marcas relojeras más antiguas?

La necesidad de medir el tiempo está en los orígenes de la civilización. Con la invención del primer reloj —la clepsidra babilónica—, este deseo pudo satisfacerse, y su evolución en los últimos siglos ha sido notable. De ahí que las primeras marcas relojeras sean más antiguas de lo que cabría imaginar. Patek Philippe es una de ellas.

La presencia de Distribuidor oficial Relojes Patek Philippe Vigo y en otros núcleos urbanos demuestra el éxito de la firma suiza, cuyos orígenes datan de comienzos del siglo XIX. Antoine Norbert de Patek y Francois Czapek la fundaron en Ginebra, y con la entrada de Jean Adrien Philippe como asociado, adoptaría su denominación actual.

Mayor es la longevidad de Favre-Leuba, marca suiza que se remonta al siglo XVIII, siendo la primera en desembarcar en el mercado indio, razón por la que es tan conocida en este país. Su veteranía es comparable a Blancpain, fabricante más notorio, no sólo su vinculación al mundo de las carreras, sino por ser la inventora del tourbillon volante. Jehan-Jacques Blancpain fue el fundador de una marca que hoy lidera la alta relojería.

Otro de los Matusalén del sector relojero es Vacheron Constantin, que tiene el honor de haber erigido la primera empresa manufactura de este mercado. Fundada a mediados del siglo XVIII, esta casa se distingue por el valor estético y técnico de sus creaciones.

En el selecto grupo de las marcas con tres siglos de historia se sitúa Graham Watches. Fueron artesanos suizos y británicos quienes desarrollaron esta icónica firma, que comercializa rarezas como el Orrey Tourbillon, de los cuales suele existen veinte unidades en todo el mundo.

Más de dos décadas antes que Graham, Haldimann ya operaba en la ciudad suiza de Thus. Su fundador, Beat Haldimann, sentó las bases de una compañía intergeneracional que sobrevive hasta nuestros días.

¿Cuál es la diferencia entre sortija y anillo?

Aunque los términos ‘sortija’ y ‘anillo’ se empleen usualmente como sinónimos y sea este un uso legítimo, describen joyas con grandes diferencias en cuanto a diseño, simbolismo y etimología.

De primeras, podría considerarse que ‘anillo’ es una voz más común. Sin embargo, la tradición orfebre de determinados municipios y provincias invierten esta situación. Así, las sortijas para mujer en Vigo o en Córdoba son más utilizadas en la conversación ordinaria que en otras regiones.

La sortija se define como un «anillo, especialmente el que se lleva por adorno en los dedos de la mano», de acuerdo con el DRAE. Aunque su diseño reproduce una forma circular, es más simple que el anillo, pues se compone de un aro con escasos o ningún adorno de pedrería.

En contraposición, la carga simbólica de la sortija es mayor que la del anillo. La joya ha estado ligada a las ideas de la fortuna y el destino desde tiempos remotos. Los egipcios antiguos, por ejemplo, recurrían a este objeto para alejar a la mala suerte y los problemas. Por su parte, los romanos daban a las sortijas una utilidad social: indicaba que su portador era una persona libre (los servus o esclavos eran muy abundantes en el Imperio Romano).

Respecto al anillo, la palabra está recogida en el diccionario de la RAE como un «aro de metal u otra materia, liso o con labores, y con perlas o piedras preciosas o sin ellas, que se lleva, principalmente por adorno, en los dedos de la mano».

A la vista de esta definición, queda claro que su diseño tiende a ser más elaborado que el de la sortija. Simbólicamente, no es una joya tan mundana como pueda parecer. En los matrimonios cristianos, su presencia recuerda a los contrayentes la necesidad de mantenerse unidos frente a la adversidad. Además, los anillos están muy presentes en todas las mitologías, el Andvarinaut de los países nórdicos o el tema central de la ópera El anillo del nibelungo, del alemán Richard Wagner.

Productos más demandados en el sector joyero

La joyería fue uno de los sectores menos golpeados durante la crisis sanitaria del Covid-19 y la posterior recesión económica. A diferencia de los productos tecnológicos y otras inversiones, la pedrería y los metales preciosos empleados en joyas mantienen su valor con el paso del tiempo. Productos como el oro pueden incluso acrecentarlo, pues este metal obtuvo una tasa de retorno anual cercana al 0,50% entre 1978 y 2008.

 

Esta particularidad explica por qué el sector joyero mantiene unas ventas constantes en mercados como el español. El éxito de los collares y pulseras entre los clientes de Joyas Roberto Demeglio Vigo es un claro ejemplo. Estos accesorios apuntan a un público muy variado, ya que hombres y mujeres, jóvenes y adultos las utilizan. Esta diversidad se entiende mejor considerando la factura de estas joyas, elaboradas en materiales tan lujosos como la plata y tan asequibles como el yute o la madera. En el caso particular de las pulseras, estas han adquirido un valor simbólico, siendo un regalo habitual en señal de amistad.

 

La demanda de anillos también es considerable, por su inseparable simbología de amor eterno representado por un círculo en múltiples culturas. En la fabricación de estas joyas se emplean las piedras preciosas y los metales nobles, dos componentes que ‘sostendrían’ por sí mismos el valor del producto.

 

Contrariamente a otras joyas, los anillos poseen un factor emocional muy intenso. Se adquieren con motivo de celebraciones especiales en la vida de una persona: bodas, aniversarios, etcétera, y pueden permanecer junto a su propietario durante décadas. Además, estas joyas pueden utilizarse también en los dedos del pie, como es habitual entre las consumidoras femeninas.

 

Por su parte, los pendientes permiten decorar la oreja con multitud de propuestas de diseño: piercings, de aro, tipo anzuelo, con perlas, trepadores, de diamantes, etcétera. Se utilizan por razones decorativas o como distintivo social.