El blanqueamiento dental en Sanxenxo es uno de esos tratamientos que parecen sacados de un anuncio de dentífrico, pero que en realidad se han convertido en un procedimiento muy extendido. Todos hemos notado, en algún momento, que el café, el té o los alimentos con tintes intensos van dejando marca en nuestros dientes. Y aunque en las fotos familiares uno siempre sonríe, la verdad es que a veces preferimos cerrar un poco la boca para que no se vea ese tono amarillento que tanto incomoda. Por suerte, la tecnología en estética dental ha avanzado bastante, ofreciéndonos opciones seguras y rápidas para aclarar varios tonos.

El tratamiento suele comenzar con una evaluación del estado de la boca. No se trata de lanzarse a aplicar geles o láser sin asegurarnos de que las encías estén sanas y no haya caries que puedan agravar el problema. Entonces el dentista valora qué método va mejor en función de la sensibilidad de los dientes, la presencia de restauraciones y el tono inicial que se quiere mejorar. Es curioso ver cómo cada sonrisa es un universo: hay quienes con una sola sesión logran un cambio radical, mientras que otros requieren varias aplicaciones para llegar al color deseado.

La intervención en sí puede implicar el uso de un gel blanqueador que se activa con luz LED o con láser, según la clínica. El gel contiene sustancias que penetran en el esmalte y oxidan los pigmentos que causan el oscurecimiento. No es un proceso milagroso de un minuto, pero la sesión suele durar algo más de media hora. Mientras te relajas en el sillón, el profesional vigila que el gel no entre en contacto con las encías y que se mantenga la concentración adecuada para evitar molestias. Es gracioso cómo, tras unos minutos, uno siente cierta expectación, preguntándose si, al enjuagarse, verá un cambio espectacular.

Después de la sesión, pueden darse recomendaciones como evitar bebidas muy pigmentadas (vino tinto, café, té) durante unos días para permitir que los dientes se asienten en su nuevo tono. También es habitual que el dentista proporcione un gel de refuerzo para aplicarse en casa con unas férulas especiales. Ese paso ayuda a mantener el resultado por más tiempo y a igualar zonas que tal vez no se aclararon de forma homogénea. Cuando abres el espejo y compruebas que tu sonrisa ha recuperado parte de ese blanco que parecía perdido, te das cuenta de lo fácil que resulta ganar confianza con un gesto tan sencillo.

Hay algo curioso: mucha gente cree que solo los famosos o quienes salen en televisión pueden someterse a un blanqueamiento dental, pero hoy día es un servicio accesible en muchas clínicas. De hecho, existen ofertas que combinan blanqueamiento y limpieza para asegurar que el resultado sea todavía más notorio. Lo más importante es que el procedimiento se realice bajo supervisión profesional, ya que los productos caseros que circulan en internet pueden dañar el esmalte o incluso causar irritaciones en las encías si no se usan de forma correcta.

Algunos pacientes preguntan cuánto tiempo dura el efecto. La respuesta varía en función de la dieta y los hábitos de cada uno. Evidentemente, si eres un amante del café y lo bebes cuatro veces al día, los pigmentos tenderán a volver antes. Pero, siguiendo las pautas del dentista y sometiéndote a revisiones anuales, es factible conservar una sonrisa más blanca por un buen periodo. El esmalte es algo así como un lienzo que iremos manchando con el día a día, y parte de la clave consiste en cepillarse adecuadamente y ser moderado con los alimentos y bebidas que tiñen más rápido.

La sensibilidad posterior al blanqueamiento puede alarmar a algunos, pero suele ser pasajera. A veces basta con un gel desensibilizante para calmar las molestias. Y es que el esmalte necesita un tiempo para adaptarse, pero por lo general en un par de días todo vuelve a la normalidad. A cambio, ganas unos dientes con menos manchas, algo que puede marcar la diferencia cuando hablas o sonríes frente al espejo. Incluso hay un factor psicológico: verte con una dentadura más brillante sube la autoestima y te incita a cuidar más tu higiene bucal.

Sin duda, pasar por la experiencia de un blanqueamiento controlado deja la sensación de que no es un lujo imposible, sino una inversión razonable para quienes valoran su imagen. La sonrisa es una de las primeras cosas que nota la gente cuando te conoce, y si deslumbras con ella, la impresión que causas puede ser más positiva. Eso no implica buscar un blanco artificial que parezca sacado de un dibujo animado, sino devolver a los dientes un aspecto sano y luminoso. El objetivo no es parecer un foco de luz, sino recuperar esa tonalidad natural que a veces se pierde tras años de cafés, refrescos y salsas de colores intensos.